jueves, 4 de junio de 2015

Huesos del cuerpo humano

El esqueleto humano adulto está constituido por al menos 206 huesos, pudiendo llegar su número en algunas personas, incluyendo los huesos wormianos, típicamente a los 210.1 En el lactante y el niño hay que sumar además 3 o 4 vértebras sacras, que posteriormente se funden en el sacro, de 3 a 5 vértebras coxígeas, que luego se funden en el coxis, y el ilion, isquion y pubis, que en el adulto están fusionados en el coxal. La mayoría de los huesos son pares, con un miembro de cada par en cada lado del cuerpo. Los huesos impares son: las vértebras, el esternón, el frontal, el occipital, la mandíbula, el esfenoides, el etmoides, el vómer y el hioides.

El hueso es un tejido firme, duro y resistente que forma parte del endoesqueleto de los vertebrados. Está compuesto por tejidos duros y blandos. El principal tejido duro es el tejido óseo, un tipo especializado de tejido conectivo constituido por células (osteocitos) y componentes extracelulares calcificados. Los huesos poseen una cubierta superficial de tejido conectivo fibroso llamado periostio y en sus superficies articulares están cubiertos por tejido conectivo cartilaginoso. Los componentes blandos incluyen a los tejidos conectivos mieloide tejido hematopoyético y adiposo (grasa) la médula ósea. El hueso también cuenta con vasos y nervios que, respectivamente irrigan e inervan su estructura.
Los huesos poseen formas muy variadas y cumplen varias funciones. Con una estructura interna compleja pero muy funcional que determina su morfología, los huesos son livianos aunque muy resistentes y duros.
El conjunto total y organizado de las piezas óseas (huesos) conforma el esqueleto o sistema esquelético. Cada pieza cumple una función en particular y de conjunto en relación con las piezas próximas a las que está articulada.

Los huesos en el ser humano son órganos tan vitales como los músculos o el cerebro, con una amplia capacidad de regeneración y reconstitución. Sin embargo, vulgarmente se tiene una visión del hueso como una estructura inerte, puesto que lo que generalmente queda a la vista son las piezas óseas —secas y libres de materia orgánica— de los esqueletos tras la descomposición de los cadáveres.

Funciones

Los huesos poseen varias funciones en el organismo humano, entre ellas destacan funciones mecánicas, metabólicas y sintéticas.
Funciones mecánicas
  • Protección: Los huesos forman diversas cavidades que protegen a los órganos vitales de posibles traumatismos. Por ejemplo, el cráneo o calota protege al cerebro de posibles golpes que pueda sufrir éste, y la caja torácica (o sea, las costillas y el esternón), protegen a los pulmones y al corazón.
  • Sostén: Los huesos forman un cuadro rígido, que se encarga del sostén de los órganos y tejidos blandos.
  • Movimiento: Gracias a los músculos que se fijan a los huesos a través de los tendones, y a sus contracciones sincronizadas, el cuerpo se puede mover.
  • Transducción de sonido: Los huesos son importantes en el aspecto mecánico de la audición que se produce en el oído medio.

Funciones metabólicas

  • Almacenamiento de minerales: Los huesos actúan como las reservas minerales más importantes del cuerpo, sobre todo de calcio y fósforo.
  • Almacenamiento de factores de crecimiento: La matriz ósea mineralizada contiene importantes factores de crecimiento como el factor de crecimiento insulínico, el factor de crecimiento transformante beta, la proteína morfogénica ósea y otros.
  • Almacenamiento de energía: La médula ósea amarilla actúa como reservorio de ácidos grasos, importantes para la homeostasis energética.
  • Equilibrio ácido-base: La absorción o liberación de sales alcalinas desde los huesos hacia la circulación amortigua los cambios excesivos en el pH sanguíneo.
  • Desintoxicación: Los huesos pueden almacenar metales pesados y otros elementos externos al cuerpo, sacándolos de la sangre y reduciendo sus efectos en otros tejidos. Estos luego pueden ser puestos en libertad poco a poco para su excreción.
  • Función endócrina: Los huesos controlan el metabolismo del fosfato por la liberación de factor de crecimiento de fibroblastos 23 (FGF-23), que actúa sobre los riñones para reducir la reabsorción de fosfato. Las células óseas también libera una hormona llamada osteocalcina, lo que contribuye a la regulación de glucosa en la sangre y la deposición de grasa.

Funciones sintéticas

  • Hematopoyesis: La médula ósea roja, que se encuentra en el tejido esponjoso de los huesos largos se encarga de la formación de las células sanguíneas.

TIPOS DE HUESOS

HUESOS LARGOS: constan de un cuerpo central (diáfisis) y dos extremos (epífisis), con una capa externa de tejido compacto (corteza) recubierta por una membrana dura (periostio) y otra interna resistente (endostio). Los extremos están ocupados por un tejido óseo esponjoso que alberga la médula ósea roja, mientras que en el cuerpo hay una cavidad que alberga la médula ósea amarilla.

HUESOS CORTOS: de pequeño tamaño y forma diversa, por lo común cúbicos o cilíndricos, están cubiertos por una delgada capa de tejido compacto y rellenos de tejido óseo esponjoso.

HUESOS PLANOS: de formas y dimensiones diversas, más o menos anchos, están constituidos por dos capas de tejido óseo compacto que contiene un tejido óseo esponjoso llamado díploe.

miércoles, 3 de junio de 2015


HUESOS DEL CRÁNE
HUMANO

HUESOS DEL CRANEO



¿PARA QUE SIRVE EL ESQUELETO?
La respuesta a la pregunta del título es evidentemente afirmativa. Hay dos tipos de esqueleto: los invertebrados poseen un esqueleto exterior o exoesqueleto constituido por un caparazón rígido. Los vertebrados —llamados así por sus vértebras— utilizan un esqueleto interno o endoesqueleto.


¿PARA QUÉ SIRVEN LOS HUESOS?
Parece casi infantil enunciar esta pregunta. Todo el mundo sabe que los huesos, constituidos por materiales sumamente resistentes, proporcionan una trama rígida, donde se insertan los músculos, que sirve de sostén al conjunto general del organismo y de protección para ciertos órganos vitales.
Pero no es esto todo. Los huesos constituyen un importante depósito de minerales como el calcio y el fósforo, que son esenciales para el desarrollo del organismo y, en particular, para ciertos procesos metabólicos. Se estima que el 99 % del material óseo se destina a la función mecánica de sostén, y sólo el 1 % interviene en la función metabólica; pero este pequeño porcentaje desarrolla una función vital. Tan importante es esta función que por ella fue posible una de las más subyugantes etapas de la evolución animal: el paso de animal marino a animal de agua dulce y, de éste, a organismo terrestre.
El hueso se compone, esencialmente, de fosfato càlcico. El calcio promueve el desarrollo, hace posible la coagulación sanguínea, reduce la irritabilidad neuromuscular y es el “disparador” de la contracción del músculo. El fósforo interviene en innumerables combinaciones químicas con grasas, carbohidratos y proteínas (la base de las células vivas); es esencial para la síntesis y transformación del glucógeno y, por tanto, para la liberación de energía.
El organismo toma el fósforo y el calcio que necesita del que está disuelto en los fluidos extracelulares, los que, a su vez, lo obtienen del almacenado en los huesos. Por tanto, el esqueleto actúa simultáneamente como depósito de reserva de estos productos y como regulador de la concentración de ellos en los fluidos orgánicos. Es curioso el hecho de que los animales que no disponen de huesos tengan en sus fluidos una concentración de calcio igual a la del medio en que viven (el mar).

Los organismos consiguen esta independencia por alguno (o todos) de los siguientes mecanismos que están relacionados con el tejido óseo: permeabilidad a través de las membranas branquiales, presencia de vitamina D y existencia de hormona paratiroidea.